Si echamos la vista atrás, y nos fijamos en las aportaciones de las marcas deportivas nos damos cuenta que casualmente cuando es año de olimpiadas o algún evento deportivo importante es precisamente cuando más novedades e ideas salen a laa luz… En Atlanta 96 Nike protagonizo una campaña publicitaria muy buena… distinta, ya que mostró una parte del deporte que todos conocemos pero que nadie había puesto ahí para verla mostrando el esfuerzo interminable, el sudor, algo de violencia e incluso la sangre… de hecho, era tan radical que el Comité Olímpico Internacional pidió a Nike que retirara la campaña que llenaba Atlanta de anuncios un tanto chocantes para lo que entendíamos como el espíritu olímpico, “"no ganas la plata, pierdes el oro" o "no estamos aquí para cambiar pins". La versión televisiva colocaba "Search and Destroy" como banda sonora. Finalmente la campaña fue retirada e incluso Michael Johnson pensaba que Nike había llegado demasiado lejos con es imagen tan radical…. (o real diría yo… hay que ver como son estos americanos que se asustan por cualquier cosa y luego tienen 2 o 3 armas en casa)… En medio de todo este alboroto quizás el producto estrella que había presentado Nike para las pistas de atletismo pasó un poco desapercibido, con tres de las zapatillas más longevas de la historia de Nike, Eldoret, Superfly y Jasari. Pero las que más llamaban la atención eran las zapatillas doradas de Michael Johnson. Tobie Hatfield estudió muchísimo como corría Michael Johnson. La presión que ejercía sobre las zapatillas en las curvas era tan fuerte que Hatfield pensó que la zapatilla del pie derecho tenia que ser distinta de la del pie izquierdo, (mucho años antes, Adi Dassler había llegado a la misma conclusión para los modelos de salto de altura de Dick Fosbury). La placa era asimétrica, y la parte superior estaba realizada en materiales distintos. Tampoco era necesario que los clavos fueran muy duraderos por lo que se hicieron fijos y tan cortos que no se clavaran demasiado en las curvas, y la suela estaba realizada en Phylon, un material que sólo se utilizaba en media suelas. El punto final lo daba un color reflectante que en los primeras carreras fue del color favorito de Michael Johnson, púrpura. Pero para los Juegos Olímpicos de Atlanta tenía preparada una versión más espectacular. Si era el máximo favorito para el oro, debía llevar unas zapatillas doradas. Tal y como Nike hizo con la Jordan I, la zapatilla de Michael Johnson debía sorprender tanto por su color como por su rendimiento. Aunque la Gold Shoe no llegó a ponerse a la venta (ni siquiera tuvo un nombre oficial), algunas de las innovaciones se vieron más tarde en zapatillas que pudimos ver en pistas y carreteras de todo el mundo.
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